Tontas moscas que no me dejan en paz.
Pensé que el invierno las iba a callar,
o que el cambio de piel podía despistarlas.
[Ahora huelo a gengibre, a humo dulce y a sal de mar]
Dejé hidromiel en la ventana, manzanas en la puerta, ropa sucia en el salón.
Tenté a algunas pero las más tercas se rehúsan a dejarme : todavía no las contenté. Son un lastre con alas.
De nada me sirve volar, así, en este exoesqueleto en vez de alas tengo pies.
[Pies para bailar]
Sobre todo para bailar. Y olvidarme de las tontas moscas que no me dejan en paz.
lunes, marzo 19, 2007
Moscas de antimateria
at 6:12 a. m.
Labels: Escribiduras
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4 comentarios:
me gusta el blog de harina
:)
;° gracias.
Alguna vez leí:
Las calaveras bailan sin saber por qué
Y se mueren sin darse cuenta.
Bailar es antídoto para casi todos los males de la monotonía. (incluyendo las moscas)
Saludos
Ojalá, pasado el tiempo, esas moscas ya no formen parte de tus días, ni siquiera en el recuerdo.
Bailando se deben haber marchado. Bailando bailando bailando.
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