La Tristeza es buena compañera, al menos para mí.
Cuando el gentío que pulula alrededor me absorbe la energía
y no puedo volver al mundo paralelo en que habito
siento que me hundo, con un cuerpo de plata en un lago inmenso.
Tristeza me empuja más. Me obliga a tocar el fondo lodoso
y solo así puedo impulsarme fuera del agua.
Pero, si no tuviese la escafandra hecha por Música quizás ya no volvería a respirar.
Aspiro hondo. ¿Pueden las notas entrar por mis pulmones?
Doy fe de que sí.
Me seco al sol. Y sigo.



