Pienso en tu piel blanca, arrugada
sobre la cual casi no se distingue tu barba.
Ella llora la rota sincronía y yo,
sabiendo que no te podia pedir más,
tengo aceptar recibir la noticia diferida.
Estos dos dias de lluvia son para tí.
Así, hoy me toca llorar tu cuerpo ausente
y ponerte velas y unas flores desde aquí
sabiendo que no importa el lugar,
pues ya no se dónde estás.



